En resumen:
- La inflación llevó a muchas familias salvadoreñas a reducir o dejar de comprar insumos esenciales de la canasta básica.
- El Gobierno creó una red de 50 agromercados con el objetivo de vender a un costo menor que los mercados tradicionales.
- Los comercios, como las pupuserías y comedores, implementaron estrategias para enfrentar el incremento de precios, como reducir porciones o realizar ajustes en los precios.
Por Andrea Escobar
Una extensa fila de consumidores espera bajo el sol para poder comprar en uno de los mercados de abastos instalados por el Gobierno salvadoreño con la promesa de adquirir más barato que el resto de comercios.
Como si se tratara de ingresar a la tierra prometida, las familias aguardan con paciencia durante varios minutos esperando ahorrar unos dólares en un país donde los precios de los alimentos van en alza.
El presidente Nayib Bukele anunció en julio la instalación de una red de agromercados en un intento por bajar los costos en el país, como parte del Plan Económico para El Salvador. Actualmente, hay 50 agromercados operando en todo el país.
Algunas interrogantes rodean el funcionamiento de estos mercados de abasto, entre ellos que los productos son más baratos que en el comercio tradicional, que son de menor calidad y que los productos son limitados por lo tanto se acaban rápido.
Infodemia realizó diez entrevistas a consumidores, visitó dos agromercados en San Marcos y Mejicanos, además del mercado Central y Sagrado Corazón, ambos en el centro de San Salvador, para comprobar la situación.
La metodología para el seguimiento de los rumores sobre los agromercados se basó en un proceso que conllevó escuchar, analizar y verificar la información proporcionada por comerciantes de mercados tradicionales y de agromercados, consumidores y el rastreo de opiniones en redes sociales.
“Menor precio”
Desde que los agromercados han ganado popularidad, Miguel Hernández se ha vuelto un comprador habitual y dice que ha notado un respiro en su economía doméstica. “En la casa suspendimos el güisquil y el pipián de nuestra dieta. Mi esposa hacía sopa de res sin verduras hasta que optamos por hacerlo guisado”, dijo Hernández a Infodemia.
Además, expresó que “en mi casa vive un niño de cinco años que durante dos meses no comió fruta debido al alza de precios. Fue una decisión difícil, pero necesaria para poder alimentar a todos”.
Pero ahora considera que, con 30 dólares quincenales puede comprar más productos de los que probablemente podría adquirir en los mercados tradicionales. Ahora se permite comprar vegetales e incluso ha vuelto a comprar fruta.
Entre 2019 y 2023, el costo de la canasta básica per cápita en el área urbana aumentó en $14.07, pasando de $53.60 a $67.67. Este incremento refleja el aumento en el costo de los alimentos necesarios de una persona, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), elaborada por la estatal Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC).
Para una familia promedio de 3.73 miembros, el costo mensual de la canasta básica en septiembre de 2024 fue de $249.25 mensuales. Los productos que incluye la canasta básica, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC), son alimentos esenciales como pan francés, tortillas, arroz, carnes, grasas, huevos, leche fluida, frutas, frijoles, verduras y azúcar.
Suponiendo que una familia en El Salvador conformada por 3.73 miembros dependa del salario mínimo mensual de $365.00, cubrir el costo de la canasta básica $249.25 representaría más del 68.3% de sus ingresos mensuales.
La inflación ha obligado a las familias a dejar de comprar insumos esenciales de la canasta básica, mientras que otros se han visto obligados a reducir la cantidad de alimentos en cada compra o buscar opciones como la creación de huertos para el consumo de vegetales.
En los agromercados, las pequeñas cebollas se venden a siete por un dólar, un precio que resuena entre los consumidores como una “bendición” en comparación con otros mercados tradicionales donde ofrecen tres por el mismo costo.
Sin embargo, algunos usuarios de redes sociales rumoran que los agromercados tienen los mismos precios que los mercados comunes.
Capturas de pantalla de comentarios de un video de TikTok del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Gabriela Torres asegura que antes compraba unos 50 dólares en el mercado la Tiendona mientras que por la misma cantidad de productos gastó 32 dólares en el agromercado de Mejicanos, por lo que notó un ahorro significativo al cambiar de lugar.
Así mismo, Luisa Dominguez aguardó durante dos horas esperando ingresar al agromercado de Mejicanos a pesar de que no vive cerca del distrito y que tuvo que cruzarse la ciudad para llegar al establecimiento comercial.
“Me arriesgué a comprar algo barato en lugar de ir a comprar algo caro en el centro. Hoy compré tomate, repollo, lechuga, plátano, elote amarillo, cebolla blanca, limones para hacer fresco, llevé también piña, papa, brócoli, pepino y ajo”, relató Luisa.
“Gasté 13.70 dólares por todo, porque allá en el mercado central me salían 24 dólares. Me salía caro”, agregó.
A pesar que Liliana Rosales hizo una compra de una variedad de vegetales que le permitió ahorrar unos siete dólares no logró encontrar todos los productos que deseaba, por ejemplo la fruta.
Las largas filas y la aglomeración en los agromercados reflejan la alta demanda, pero también evidencian las dificultades de acceso, dijeron los consumidores.
“Calidad inferior”
Antes del amanecer, Marcelina Ortíz emprende su viaje hacia la Tiendona con la incertidumbre de los precios que encontrará al llegar. A las cuatro de la mañana, cuando el comercio aún reposa, ella ya está en movimiento, con la esperanza de conseguir productos a precios razonables para revender en su puesto en el mercado municipal de Mejicanos.
Sin embargo, asegura que las personas prefieren los agromercados por sus precios más bajos, pero que a menudo no están conscientes de que la calidad de los productos es inferior. “Ellos lo venden más barato, pero las personas no ven que no son de buena calidad o que son cebollas o tomates bien chiquitos”, explicó Ortiz.
“Yo trato de ajustar los precios de manera que no perjudique demasiado a los clientes, pero a veces es inevitable. Si los precios son demasiado altos, no puedo comprar grandes cantidades, y eso limita mi capacidad para ofrecer buenos precios a mis clientes. Estoy tratando de mantener un equilibrio, pero es difícil con la situación actual”, comentó frustrada.
Infodemia observó una variedad de productos, aunque estos se agotaban rápidamente debido a la alta demanda. Para el mediodía, ya solo quedaban cebollas y tomates pequeños, mientras que durante la mañana se podían encontrar opciones medianas y grandes. La mayoría de los productos se veían frescos, aunque algunos tomates, por ser de los últimos en venta, ya presentaban signos de deterioro.
Luisa Domínguez, compradora del agromercado de Mejicanos, no consideró que los productos fueran de mala calidad, solo comentó que eran más pequeños, algo que prefería porque sentía que le rendirían más.
“Sí me alcanza, incluso abunda, porque cuando compraba en el centro solo me rendía para poco; apenas compraba lo necesario”, dijo a Infodemia.
Buenos precios no es para todos
Desde que Carmen Pérez abrió las puertas de su pupusería hace 16 años, ha visto cómo los precios suben y bajan, como los clientes van y vienen, pero no había enfrentado una situación tan complicada como la actual. “Nunca habíamos tenido un alza de precios en las verduras tan exagerada como la que tenemos ahora”, dijo.
El repollo, indispensable para el curtido que acompaña las pupusas, también se ha vuelto un lujo. “En todos estos años, nunca había comprado un repollo a 5 dólares”. dijo. Pese a las dificultades, ella se niega a reducir las porciones o diluir las salsas. Asegura que su compromiso con la calidad es inquebrantable.
Sin embargo, para muchos negocios de comida, los agromercados no son una opción viable. Las largas filas y la falta de venta al por mayor hacen que estos espacios no sean prácticos para quienes necesitan abastecerse en grandes cantidades.
En su lucha diaria por mantener su negocio, Carmen ha encontrado un respiro en la solidaridad entre los comerciantes locales. Gracias a su relación con aquellos que venden afuera de sus camiones del Mercado Central, ha logrado conseguir mejores precios en algunos productos esenciales para su pupusería.
Otra de las afectaciones a las que se enfrenta la propietaria es tener que ajustar los precios de sus pupusas debido al aumento en el costo de ingredientes como el queso, pero lo ha hecho de manera mínima, subiéndoles diez centavos de dólar, para llegar a 60 centavos la unidad.
Además, para reducir el desperdicio de la salsa y curtido y considerando el alto costo de los tomates y el repollo, implementó un cargo adicional de 50 centavos a los clientes que dejan salsa o curtido sin consumir en el plato.
Miriam Gómez, dueña de un comedor dentro del Mercado Sagrado Corazón optó por no subirle el precio a los alimentos que ella vende, de los cuales destacan sus especialidades: la sopa de patas y de gallina, y ha preferido ofrecerlo en menores cantidades.
“La calidad es la que manda, porque la verdura está carísima, pero no se puede subir el precio, entonces lo que hago es reducir las porciones pero mantengo siempre la calidad de mi comida, la calidad es lo que manda”, expresó Gómez, quien por la falta de tiempo no puede comprar sus productos en los agromercados.
Días después de realizar estas entrevistas, el presidente Nayib Bukele anunció la apertura de la nueva Central de Abastos de El Salvador.
“La Central de Abastos conectará directamente a productores e importadores con los comerciantes, permitiendo que los salvadoreños accedan a alimentos de mejor calidad y a mejor precio, sin afectar las ganancias de los mayoristas, comerciantes, vendedores y restaurantes”, afirmó Bukele por medio de X.
*Esta crónica fue realizada con el programa Internews para abordar la desinformación y esclarecer e investigar rumores.